YUQUÍN WU Y STARPLAST

Yuquín Wu y Starplast hoy día son jubilados con achaques. Pero antaño fueron superhéroes  realmente admirables. Disponían de megapoderes que utilizaban para ayudar a la humanidad en el terreno erótico. Con el paso de los años envejecieron. Y aquellas facultades prodigiosas que les caracterizaban, lamentablemente, se desvanecieron.

En la actualidad, Yuquín Wu y Starplast son vecinos del barrio de Carabanchel, en Madrid City y llevan una vida sosegada: dan paseos por el parque en compañía de una mascota, se toman una manzanilla en el bar de la esquina, practican tai-chi (especialmente Yuquín), toman sus pastillas a horas regulares, juegan una partidita de billar los miércoles o van a un centro de la tercera edad cercano a su casa.

Sin embargo, en sus años mozos, estos dos ancianos realizaban auténticas proezas. Tenían súperpoderes eróticos y sexuales que hacían las delicias de las damas de varias maneras. Yuquín Wu, además de ser un seductor sin parangón, estaba dotado con un pene vibrante cuyo grosor se adaptaba automáticamente a la vagina de la mujer con la que estaba. A estas dotes se añadía su portentoso vigor sexual. Jamás le alcanzó la fatiga en la cama, pues su potencia sexual era fabulosa. Dio generosamente el polvo de su vida a centenares de mujeres que siempre deseaban repetir (y repitieron) con Yuquín Wu. Nuestro superhéroe, oriundo de China, había adquirido estas capacidades gracias -según los rumores- a un maestro oriental experto en Taoísmo.

Por su parte. Starplast era capaz de dejar embarazadas a mujeres diagnosticadas estériles. Viajaba por toda Europa, visitando mujeres francesas, belgas, italianas, suizas, etc., que no podían concebir. Él las dejaba preñadas en el primer o segundo encuentro. Y no cobraba nada por sus servicios. Las mujeres interesadas contactaban con él a través de un anuncio que Starplast había colgado en internet. Se calcula que Starplast tenía unos 358 hijos desperdigados por diversos países de Europa. Y cientos de madres le estaban eternamente agradecidas por haber hecho realidad su sueño de convertirse en mamás a pesar de su problema de infertilidad.

El origen de este superpoder de Star Plast era desconocido. Como suele suceder, la imaginación se encargó de llenar las lagunas dejadas por el desconocimiento. Comenzó a extenderse como explicación el rumor nunca comprobado de que la madre de Starplast había rezado mucho para poder tener un hijo, pues no era fértil. Un ángel que no perteneceía a ninguna religión escuchó las plegarias, obró un milagro y esta mujer finalmente pudo concebir un hijo: Starplast. Este ángel tan bondadoso no sólo le concedió a la madre el don de tener un vástago. Además a ese niño le dio la capacidad para hacer que las mujeres estériles pudieran procrear.

Nuestros ex superhéroes ahora decadentes habían entrado de lleno en la etapa de la senectud. Su vida, actualmente, -como ya se ha dicho- era más o menos similar a la de cualquier otro jubilado. Sin embargo, sus hazañas pretéritas eran tan destacadas que llegaron a oídos de los directores de cine de Hollywood. Estos empezaron a interesarse en la historia de nuestros superhéroes para llevarla al celuloide. También hubo dibujantes de la compañía Marvel que querían saber más acerca de ellos para convertirlos en estrellas de cómic como Batman o Capitán América. Aunque los biógrafos y guionistas averiguaron muchas cosas acerca de los ancianos, también se dieron cuenta de que había aspectos misteriosos que no se llegarían a conocer en las biografías de estos antiguos héroes. Por ejemplo, jamás consiguieron saber cómo Starplast adquirió realmente (al margen de leyendas o habladurías) la capacidad para provocar embarazos en mujeres infértiles.

Todo el interés y el revuelo que desataron los hechos biográficos y las facultades excepcionales de Yuquín Wu y Starplast ayudó a estos ancianos a sobrellevar mejor la vejez. Además les proporcionó sensaciones muy agradables rememorando los buenos momentos de su juventud y mediana edad, cuando su vida era la de personajes con poderes mitológicos destinados a protagonizar gestas memorables que más tarde inspirarían incluso la imaginación de los directores de cine.