EL TEMPLO DEL DOLOR
Casia Irafusta, una dominatriz con mucha experiencia, me explicó que el sado-maso era como un juego. El juego consistía ni más ni menos que en recordar o inventar una situación en la que yo hubiese hecho algo mal deliberada o inconscientemente. Se refería a errores, incumplimientos o descuidos de cualquier tipo. -Casia, he llegado tarde al trabajo varios días. -Por ese motivo -me respondió Irafusta con voz severa-, te voy a castigar. La dómina daba estas explicaciones mientras me enseñaba la cámara de masoquismo que había dentro del domicilio privado donde trabajaban ella y sus compañeras en la calle Alberto Alcocer de Madrid. Este piso se dividía en varias habitaciones, destinadas al ejercicio de la prostitución, una sala de estar, cocina y un salón grande reservado exclusivamente para las prácticas de sado-maso. En los "flyers" publicitarios que me condujeron hasta ese lugar se podía leer: TU TEMPLO DEL DOLOR La mejor casa de Sado 6 sumisas 5 amas
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