Vidas eróticas

Desde el año 2011 el colectivo "POR UNAS CALLES MÁS SEXYS" promueve la denominación de calles y plazas con palabras directamente asociadas a la sexualidad, la voluptuosidad y el erotismo. A este grupo de activistas no les parece una propuesta extravagante, ni mucho menos, ya que el placer que proporcionan el erotismo y el sexo bien merece un reconocimiento público. Desde esta página web apoyamos la iniciativa. Los razonamientos que esgrime este colectivo son bien sencillos. Si hay calles dedicadas a plantas, países o personajes ilustres, ¿por qué no puede haber calles que rindan homenaje a realidades o aspectos vinculados a la sexualidad? Esta organización, que utiliza diversos cauces para lograr sus metas, ha llegado incluso a elevar quejas ante la Administración Municipal (responsable legal de la denominación de las calles) a causa de la ausencia absoluta de vocablos relacionados de forma explícita con la sexualidad en las calles de las ciudades y pueblos de España

Los anteriores fracasos no le hicieron desistir. Casanova decididamente quería un trío. Para ello seleccionó a dos bellezas ucranianas que trabajaban como camareras en una cafetería que nuestro galán solía frecuentar. Tras una conversación distendida en la que se negociaron todos los pormenores, las dos jóvenes del Este mostraron su conformidad. Como paso previo para conocerse mejor, Casanova, aficionado a la playa y la natación, propuso a las chicas ir de excursión a un lago que él conocía en la provincia de Ávila. Allí había playas y se practicaban deportes acuáticos. Los tres se desplazaron en pleno mes de agosto hasta el lago en el Cadillac granate de Casanova. Las ucranianas estaban encantadas. La excursión les parecía una idea estupenda, con el aliciente añadido de ir montadas  en un automóvil muy cómodo y lujoso. Una vez en las inmediaciones del lago, aparcaron el vehículo, se pusieron los bañadores y ¡a nadar! Casanova aprovechó la ocasión para impresionarlas con s

Casia Irafusta, una dominatriz con mucha experiencia, me explicó que el sado-maso era como un juego. El juego consistía ni más ni menos que en recordar o inventar una situación en la que yo hubiese hecho algo mal deliberada o inconscientemente. Se refería a errores, incumplimientos o descuidos de cualquier tipo. -Casia, he llegado tarde al trabajo varios días. -Por ese motivo -me respondió Irafusta con voz severa-, te voy a castigar. La dómina daba estas explicaciones mientras me enseñaba la cámara de masoquismo que había dentro del domicilio privado donde trabajaban ella y sus compañeras en la calle Alberto Alcocer de Madrid. Este piso se dividía en varias habitaciones, destinadas al ejercicio de la prostitución, una sala de estar, cocina y un salón grande reservado exclusivamente para las prácticas de sado-maso. En los "flyers" publicitarios que me condujeron hasta ese lugar se podía leer: TU TEMPLO DEL DOLOR La mejor casa de Sado 6 sumisas 5 amas