EL LABORATORIO ERÓTICO

El científico Amadeo investiga minuciosamente en su laboratorio todo lo concerniente al erotismo. Desde muy joven, se sintió atraído por el conocimiento científico. Luego de terminar el bachillerato, realizó estudios en la Universidad de Penisland y posteriormente se especializó en el estudio del erotismo, aplicando métodos empíricos. 

¿Pero existe el punto G?
En estos momentos, Amadeo lleva a cabo diversas investigaciones. Una de ellas tiene como objetivo comprobar si el célebre punto G, del que tanto se habla, existe de verdad o no es más que una leyenda. Para realizar esta comprobación, Amadeo cuenta con la colaboración de Betty, la becaria. 
Durante meses el científico y su ayudante llevan a cabo múltiples pruebas. Los resultados no han sido concluyentes. Unas mujeres decían que sí sentían un placer muy intenso si se les tocaba en la zona del punto G. Otras simplemente tenían sensaciones agradables, pero no especialmente placenteras. Y un tercer grupo de las entrevistadas, afirmó no sentir nada en particular cuando se les estimulaba el punto G.

Las bolas chinas
Otra de las líneas de investigación abiertas por Amadeo se centra en los efectos placenteros que producen las bolas chinas.
El científico quería que los resultados de sus experimentos tuvieran la mayor fiabilidad posible. Así que convenció a 300 mujeres para que usaran bolas chinas en el coño durante tres días.
Después, pidió a todas estas mujeres, entre las que se hallaba incluida su colaboradora Betty, que respondieran por escrito a una serie de preguntas en unas hojas preparadas a tal efecto.
Finalmente Amadeo y Betty examinaron y clasificaron estadísticamente las respuestas de los cuestionarios. 
Había una variación considerable en las respuestas. El 28% de las mujeres del experimento respondió que había tenido uno o varios orgasmos, a consecuencia de las vibraciones provocadas por las bolas chinas en el interior de sus chochetes. En particular, cuando andaban por la calle, subiendo escaleras, bailando en una discoteca o, en menor proporción, sentadas.
El 40% de las participantes afirmó que no tuvo orgasmos pero sí sensaciones placenteras. Estas sensaciones aumentaban de intensidad con el movimiento.
Y, para terminar, el 22% restante sólo había experimentado ligeras sensaciones agradables de forma esporádica. La mayor parte del tiempo no sintieron nada especial. 
Amadeo publicó un artículo en una revista científica donde expuso los resultados de esta investigación.

El sexo como método curativo
Hombre ilustrado, además de científico, Amadeo tenía noticia de la teoría curativa a través del sexo que habían elaborado los médicos chinos de la Antigüedad, tal como se exponía en libros como "Sexo que cura. El poder del yin y el yang", escrito por la experta en cultura china Zaihong Shen (2002, Ed. Pearson Educación). Pero: ¿se trataba de una mera hipótesis? ¿O realmente el hombre podía curar a su pareja sexual haciéndole el amor?
Amadeo, llevado por su afán de saber, analizó con rigor científico esta teoría china, sometiéndola a prueba. Contrató a cierto número de parejas. Y, de acuerdo con las recomendaciones de los sabios chinos, un miembro de la pareja realizaba determinados movimientos a horas concretas del día, con una temperatura ambiental estipulada e incluso teniendo en cuenta la orientación de la alcoba donde se encontraban y otros condicionantes, con el fin de curar diferentes dolencias. Tales como dolores reumáticos, constipados, tendinitis, alergias, cefaleas, piernas pesadas, malestar menstrual, cansancio, problemas de circulación, etc.
Tras las pruebas realizadas, Amadeo pudo comprobar que de las 20 parejas elegidas, 18 de ellas habían mejorado  en diversos grados sus dolencias después de utilizar el sexo como método terapéutico, siguiendo las indicaciones de los médicos chinos de tiempos remotos cuyos tratados se habían conservado milagrosamente hasta la actualidad.

Los afrodisíacos: mito o realidad
"¿Existen los afrodisíacos?", se preguntaba Amadeo, sentado en su laboratorio frente a su mesa de despacho.
¿Es verdad que el cacao, las ostras, el ajo, el cacahuete o la canela aumentan la líbido humana? Nuestro científico especializado en temas eróticos dedicó medio año a investigar pacientemente este asunto. Leyó bibliografía sobre las sustancias supuestamente afrodisíacas, sobre todo estudios e informes fiables. Él mismo tomó esas sustancias. Convenció a Betty y a otras personas de ambos sexos para que las tomaran y observaran sus reacciones sobre el organismo. No sólo estudiaba las sustancias consideradas afrodisíacos en Europa, también las de otras culturas  y continentes.
Amadeo, como buen científico, fue anotando sus observaciones con cuidado. Realizó clasificaciones, estableciento regularidades y excepciones, ordenando datos por fechas, etc. Después de meses de trabajo realizado con criterios rigurosos, Amadeo no encontró pruebas sólidas y concluyentes que demostraran la existencia de los llamados "afrodisíacos".
En un artículo que escribió para la revista científica "Newton Studies" Amadeo escribió: "No podemos afirmar con certeza que existan los afrodisíacos, a pesar de las numerosas sustancias a las que se atribuye un poder estimulante sobre la líbido y las facultades sexuales."

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Aparte de las comprobaciones, Amadeo también dedicaba parte de su tiempo a la creación o perfeccionamiento de artilugios que proporcionan placer sexual. Entre sus inventos figura el "consolador calórico". Un invento que tenía patentado.
Este consolador no vibraba como otros de su clase que se hallan a la venta en los escaparates de los sex shops. El consolador de calor tenía la particularidad de que daba gustirrinín gracias al calor que desprendía. Una sensación térmica regulable por medio de una ruedecilla como las que modulan el volumen  de los aparatos de radio. En esta última temporada, nuestro infatigable científico trataba de perfeccionar  su invento, añadiéndole mejoras que lo hicieran más atrayente y eficaz para las usuarias.
Las primeras investigaciones sobre la crema que ha comenzado a venderse en las farmacias hace pocas semanas para potenciar de la firmeza del pene y como solución para el problema de la disfunción eréctil las realizó precisamente el profesor Amadeo en su laboratorio.

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