UNA SEGUNDA VIDA

El anciano Aristóbulo había cumplido 98 años. Esta circunstancia le hacía sentir satisfecho. Pero su sentimiento de satisfacción no era completo. Quería vivir más tiempo, si fuera posible: eternamente.

Durante un curso sobre internet celebrado en el centro de la tercera edad de Tres Cantos, ciudad donde residía, se habló de "Second Life". Aristóbulo prestó mucha atención a las explicaciones del profesor acerca de este tema. Incluso levantó la mano y le hizo varias preguntas para ampliar conocimientos y saciar su curiosidad.

 

¿Por qué tanto interés en "Second Life"? Ni el propio Aristóbulo lo sabía al principio. De regreso en casa, después de las clases, descansó un poco y, sentado tranquilamente en el sofá, comenzó a recordar las palabras del monitor: "Una segunda vida, un doble con nuestras características, seguir viviendo, en otro plano de existencia...." El anciano le daba vueltas a estas palabras que se habían mencionado en el aula, a sus preguntas de alumno atento y a las respuestas del profesor.



Aristóbulo era plenamente consciente de que no viviría muchos años más, pero deseaba en lo más hondo de su alma seguir viviendo de algún modo. Al mismo tiempo, ansiaba una relación amorosa con una mujer que durara indefinidamente, pues la muerte de su esposa le había generado un gran dolor y una sensación de frustración que no había superado. SL le ofrecía esas posibilidades mediante la creación de un doble. Un doble de sí mismo, que podríamos denominar Aristóbulo II, seguiría existiendo después de que Arsitóbulo I se hubiera extinguido.


Sin perder el tiempo, el viejo puso manos a la obra. Objetivo: crear una cuenta como usuario "residente" para introducir su avatar dentro de la web en "Second Life". Los pasos técnicos necesarios para crear su "otro yo" los conocía bien debido a las consultas que le había hecho al profesor del curso. Gracias a internet alcanzaría por fin la ansiada inmortalidad.



El avatar del anciano se proyectaría en la eternidad sin el lastre de las limitaciones temporales, continuaría viviendo en un mundo paralelo, donde también hay casas, caminos, cielo, árboles, otros avatares, profesiones, profesiones, tiendas, fiestas, amigos, viajes... Nunca perdería las cosas que más había valorado en la vida normal. Entre ellas, en un lugar destapado, figuraba el erotismo, la sensualidad, acariciar la piel de una mujer, contemplar su belleza, sus líneas voluptuosas, sentir la atracción natural entre un hombre y una mujer.


Cuando finalizó todos los trámites para entrar en la realidad virtual, Aristóbulo escribió estas líneas en su diario: "Mi avatar en Second Life, diseñado a mi imagen tal como yo era a los treinta años, vivirá eternamente, sin el temor a la caducidad que pesa como una losa sobre los mortales. Al fin podré caminar, hacer amigos, ir a exposiciones, leer un buen libro y pasear por hermosos jardines cuantas veces quiera sin preocupaciones. Cada uno de mis actos podrá repetirse sin fecha límite a partir de ahora. Además, tengo la intención de buscar un avatar femenino y plasmar en la realidad virtual el sueño de un amor que dure de verdad para siempre".

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