EN BUSCA DE UNA GEISHA

Después de ver numerosas imágenes de geishas en google y de leer un libro titulado "Secretos de alcoba de las geishas" escrito por Carmen Domingo con Wasanabi Yokoo en 2006, aumentó mi interés por estas mujeres, símbolo del erotismo oriental en su nivel máximo de refinamiento. Como introducción a este tema transcribo un párrafo de la citada publicación:

La palabra geisha deriva de dos kanjis -idiogramas- que significan "arte" y "persona"; por ello se consideraban artistas y es un error considerarlas prostitutas. Según la historia, el oficio de estas mujeres milenarias surgió vía para contrarrestar la carencia de sensibilidades y amor que existía para ese momento en la sociedad japonesa. Y acabó por convertirse en la encarnación de la mujer más refinada, inteligente y cultivada de todo Japón.


Mi curiosidad por el mundo de las geishas no se limitó exclusivamente al ámbito intelectual o visual. Surgió en mí el deseo de conocer a una geisha japonesa de verdad. Así que, ni corto ni perezoso, comencé mi búsqueda realizando indagaciones en diversas asociaciones culturales niponas. Los resultados fueron negativos. Entonces orienté mi búsqueda hacia las páginas de relax de varios periódicos con anuncios sobre geishas. 



En varios anuncios de prensa se ofrecían geishas japonesas, hasta con fotos. No obstante, cuando me ponía en contacto telefónico con las mujeres anunciantes, me confesaban que no eran japonesas sino chinas. Las fotografías eran falsas, un mero gancho publicitario. Y no vestían kimonos, sino lencería occidental o ropa muy corriente. Ni que decir tiene que no conocían las destrezas propias de una geisha como recitar poemas, tocar bien instrumentos musicales, hablar idiomas, servir el té al estilo ceremonial, danzar... Habilidades que son adquiridas por las verdaderas geishas a lo largo de cinco años de arduo entrenamiento y formación. 

Mi gozo en un pozo. Al parecer en Madrid, no había ninguna geisha o yo no pude encontrarla, pese a los esfuerzos que realicé durante semanas. 








La decepción no me impidió en absoluto seguir leyendo sobre el apasionante mundo de las geishas: su historia, encantos especiales, el maquillaje, el arte de vestir kimonos, su inteligente conversación, cómo educan su voz hasta alcanzar un sonido seductor, su pericia a la hora de escribir caligrafía,  su cuello desnudo como claro reclamo erótico, su forma de caminar (como si fueran flotando). El vocabulario en japonés relacionado con la vida de estas mujeres con grandes dotes artísticas también es interesante y nos ayuda a conocerlas. "El mundo de la flor y el sauce", karyukai, es el término convencional para definir la sociedad de las geishas. Hanamachi, que significa ciudad de las flores, es el distrito donde viven y trabajan las geishas, un barrio repleto de okiya (casas de geishas) y ochaya (casas de té). Maiko, palabra que significa aprendiza de geisha. La palabra iki designa la refinada elegancia sutil y seductora que tienen o deberían tener todas las geishas, su contenido erotismo y en general un tipo de encanto muy particular.
Me enteré hace poco de que el número de geishas en la actualidad ha descendido de forma preocupante. En otras épocas se contaban hasta 50.000 geishas en Japón. Lamentablemente, por los datos quehan llegado hasta mi conocimiento. Hoy día, sólo quedan unas 4.000. Y viven sobre todo en la ciudad de Kyoto.
Mi sueño ahora es poder viajar algún día a Kyoto, considerada la capital cultural en Japón, con el fin de disfrutar de la exquisita compañía de estas mujeres excepcionales, con fama de cultas. Al fin podré ver cumplido mi deseo de deleitarme con sus modales refinados, su delicada belleza. Espero estar a la altura y saber apreciar  todas las destrezas artísticas que posee una geisha de verdad.

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