ISIDRA Y LOS CINCO GATOS

Isidra no pasaba inadvertida en el vecindario porque vivía con cinco gatos. Quienes la conocían la consideraban una amante de los animales y en particular de los felinos. Cuidaba de sus gatos con dedicación y cariño, aunque a veces se escaparan durante varios días o semanas. Isidra disfrutaba de la compañía de sus mascotas. De algún modo, los gatos se habían convertido en su familia. Cuando los vecinos se cruzaban con ella en las escaleras del edificio, en el ascensor, por la calle o en los comercios próximos, rara era la vez que no le preguntaban por sus encantadores gatitos. 



Nadie era capaz de imaginar ni por asomo que Isidra, "la amante de los animales", era una bruja muy instruida en las artes de la magia negra. Los hombres que la habían hecho infeliz o no le habían dado suficiente satisfacción sexual los iba convirtiendo en gatos, mediante hechizos, cuyas fórmulas secretas sólo ella conocía. Los gatos que vivían con ella no eran sino amantes o maridos transformados en animales, debido a su proceder ruin. Siempre que estos hombres traicionaban a Isidra con otra mujer, la maltrataban física o psíquicamente, o le robaban los ahorros, la hechicera se vengaba de ellos (una vendetta muy brujesca) de forma implacable: animanizándoles.

Los responsables del Departamento de Policía no acertaban a explicar estas misteriosas desapariciones de hombres. El equipo de investigadores estaba desconcertado a causa de la ausencia total de pistas o pruebas incriminatorias. Pasaban los años y la investigación no avanzaba lo más mínimo. Se pensó, como probable explicación, en un secuestro. Sin embargo, los secuestradores suelen dejar huellas y  piden un rescate. Ante la falta de hipótesis más plausibles, incluso se llegó a barajar la posibilidad de una abducción por parte de OVNIS extraterrestres. Finalmente, los detectives policiales reconocieron en una rueda de perplejidad y el fracaso de las pesquisas, decidiendo archivar estos casos bajo la denominación: "CASOS ESPECIALES. DESAPARECIDOS SIN DEJAR EL MENOR RASTRO".

Estos hombres tuvieron la mala fortuna de toparse en su camino con una mujer que practicaba la brujería. El castigo que padecieron no sólo consistió en la pérdida de su naturaleza humana, una venganza de por sí ya muy severa. Además, periódicamente, la hechicera soltaba a los gatos por la calle para que sufrieran toda clase de penurias. Los gamberros los apedreaban. Los perseguían los canes. No podían alimentarse bien. Y se veían obligados a mantener una actitud de alerta permanente ante múltiples peligros y asechanzas. Según Isidra, ése era el justo castigo por sus iniquidades. Y, al menos de momento, Isidra que se sentía muy ofendida y despechada, no tenía ninguna intención de deshacer el encantamiento.

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