PAJAS CON DILIGENCIA

Me llamo Pablo Ordóñez y soy amigo del organizador de este blog, quien me ha pedido, igual que a otros amigos suyos, que escriba un pequeño relato erótico. En lugar de escribir un relato ficticio voy a contaros una historia real.

Cuando era estudiante en la Universidad Complutense de Madrid, hace casi cuarenta años, pasaba rachas de intensa hambre. Y no me refiero a la gastronomía sino a la hambruna sexual.

En los momentos en que este tipo de hambre se volvía intensa y empezaba a causar estragos, yo acudía rápidamente al cine "Diligencia". Este cine estaba situado en el casco viejo de del Madrid, exactamente en la calle Carretas.

Por aquel entonces el "Diligencia" era una sala X, una más entre muchas que proyectaban en la capital española películas porno. Posteriormente, debido  a diversos factores, estas salas especializadas en cine porno por desgracia desaparecieron. Sin embargo, en aquella época estaban en su apogeo.

Yo y  otros jóvenes hambrientos entrábamos en el cine tras adquirir nuestro ticket. Nos sentábamos en una butaca. Y la película daba comienzo, en plena oscuridad de la sala.

Al cabo de un rato, una mujer de unos 34 años se acercaba a los asientos de los espectadores -la mayoría por no decir su totalidad hombres- se sentaba a su lado y preguntaba: "¿Quieres que te haga una paja?"

Si el espectador contestaba que sí esta mujer le cascaba una manuela por un precio asequible. No recuerdo cuánto, ha pasado mucho tiempo, todavía se usaban las pesetas.

Mi respuesta era siempre afirmativa, porque en mi caso al calentón provocado por la película se unía la "salidez" normal de la juventud.

Uno de los efectos positivos de estas artes manuales era que en período de exámenes me ayudaban a calmar una parte de los nervios y el stress provocados por las pruebas en la universidad, especialmente, al final del curso.

Aquellas pajas eran una maravilla y un verdadero alivio para las líbidos excitadas como la mía. Después de bajarte la cremallera y sacarte el pajarillo con mano hábil, aquella mujer te pajeaba mientras veías la peli. Una verdadera gozada.

Entre la excitación que producían las imágenes y sonidos de la película (desnudos, palabras obscenas, folleteo, jadeos...) y la sensación de la mano subiendo y bajando por el tronco durísimo de tu polla, iba subiendo la temperatura sexual hasta que llegaba un momento en que la eyaculación era inevitable.

Después de dejar bien satisfecho a un cliente, la mujer se sentaba al lado de otro y luego otro más, todos encantados de recibir sus servicios manuales.

Al recordar las sesiones del cine Diligencia siento nostalgia.¡Qué tiempos aquellos! Por un lado, sufríamos los zarpazos del "hambre". No obstante, por otro, disfrutábamos de los placeres que nos proporcionaban las prostitutas masturbadoras.

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